Antecedentes del Cooperativismo.
El movimiento cooperativo mundial
comienza con Robert Owen, considerado el padre del cooperativismo, al defender
la posibilidad de desarrollar un sistema económico alternativo basado en la
cooperación.
Su planteamiento era sustituir el
sistema capitalista por otro en que los obreros debían unirse para crear una
nueva realidad basada en cooperativas que fuesen más rentables que las
industrias cooperativas de producción y cooperación de distribución.
El 24 de octubre de 1844, en
Inglaterra, un grupo de 28 trabajadores de la industria textil en la ciudad de
Rochdale que no contaban con empleo debido a la huelga, constituyeron una
empresa que se llamó Rochdale Equitable Pioneers Society (Sociedad Equitativa
de los Pioneros de Rochdale) a la cual aportaron cada uno la cantidad de 28
peniques.
Estos fueron conocidos como los
Poneros de Rochdale, quienes se hicieron de una serie de normas que presentadas en la Cámara de los Comunes
del Reino Unido, fueron la semilla de los Principios Cooperativos:
·
Membrecía abierta y voluntaria.
·
Control democrático de los miembros.
·
Participación económica de los miembros.
·
Autonomía e independencia.
·
Educación, formación e información.
·
Cooperación entre cooperativas
·
Compromiso con la comunidad.
Antecedentes del Cooperativismo en México.
El cooperativismo en México nos
remonta al periodo post-constitucionalista, específicamente a la ciudad de
México, donde da sus primeros pasos como resultado del esfuerzo de jóvenes
intelectuales y obreros que integraron el Partido Cooperativista Nacional (PCN), también conformado por obreros
textiles, tranviarios, choferes ferroviarios, profesores y estudiantes. A la
luz de la teoría cooperativista de Carlos Gilde y de Jorge Prieto Laurens, el
PCN tuvo, con el triunfo del General Obregón en 1920, sesenta diputados al
Congreso y cinco gobernadores en los Estados. Sustentado en los
principios que promovían “la obtención de un nuevo ajuste de las
condiciones de la sociedad”; la “formación de una vigorosa nacionalidad y la
práctica de las nuevas instituciones democráticas”, así como la “realización de
un programa concreto y práctico en bien del partido”; los cooperativistas veían
con certidumbre su futuro.
Cooperativas como la cementera
“Cruz Azul”, fundada en 1931, con 192 socios; la cooperativa de producción “Excélsior”,
con 250 socios; el Gremio unido de “Alijadores” de Tampico, Tamaulipas; el
Ingenio “El Mante”, y en la última década la “Cooperativa Pascual”, son
sociedades cooperativas que consolidaron al cooperativismo como un elemento
básico del desarrollo social e industrial de México.
La economía social también representa una opción que la sociedad civil
organizada implementa como estrategia para incrementar sus ingresos y con ello
contribuir al desarrollo social y comunitario. El autoempleo, la formación de
empresas familiares, de organizaciones sociales, de emprendedores y
desarrolladores de nuevas ideas en el campo del trabajo, es una tendencia que
se presenta en organizaciones de productores agrícolas, productores forestales,
organizaciones sociales urbanas y rurales, etc. Así, la economía social o
solidaria debe ser analizada desde ámbitos y ha generado académicos e
institucionales y desarrollar más programas gubernamentales que combinen los
recursos humanos y la iniciativa ciudadana, como los ya mencionados en busca
del desarrollo social y comunal.
El Plan Nacional de Desarrollo tiene entre los objetivos de política
económica reducir la pobreza y abrir espacios a los emprendedores. Sin
embargo, los emprendedores de la “economía social” o “empresas
familiares” no encuentran suficientes estrategias para el desarrollo ni
con la infraestructura institucional que se implementa, por ejemplo para la
empresa privada. Además de las limitadas potencialidades que se han
desarrollado en torno a la economía solidaria, el centralismo de los recursos,
una cultura empresarial poco desarrollada en los grupos sociales, limitan el
panorama de la economía social”
En el ámbito del legislativo, hay a la fecha un intenso
debate que promueven un política de estado a favor de las cooperativas, para
ello, representantes y académicos expertos en el tema sugieren la reforma al
artículo 73 Constitucional para facultar al Congreso a legislar en materia
cooperativa, así como excluir del Artículo Primero fracción Sexta y del
Artículo 212, del de la Ley General de Sociedades Mercantiles a las cooperativas,
ya que dicho ordenamiento jurídico, señalan “ es ajeno, contradictorio y
antagónico”.
Historia de Cooperativismo en México.
En el México precolombino, los pueblos indígenas,
particularmente los nahuas, se integraban con parientes, amigos y aliados. Un
consejo de ancianos jefaturado por el pariente de mayor edad, dirigía la
organización de la comunidad, llevaba un registro o censo de la población para
saber el número de individuos aptos para el trabajo en el campo, distribuía las
tierras laborables entre los hombres aptos para ese trabajo, etc. y nombraba a los que debía vigilar que todo
se efectuase de conformidad con lo ordenado. El centro ceremonial, el templo,
la escuela, el almacén de granos, semillas y otros productos, y las obras
generales de la población, se hacían mediante el trabajo en común conforme a las aptitudes y destrezas
de cada caso. Todos debían trabajar, excepto los menores de edad y los
imposibilitados físicamente.
Prácticamente no había clase ociosa, pues los que no
trabajaban eran arrojados de la
comunidad. Al consejo de ancianos se le entregaba el producto de las siembras,
del cual destinaba una parte (5%) para pagar el tributo al gobierno central;
otra parte (10%) la reservaba en previsión de malos tiempos, como sequías, heladas
u otras eventualidades, como la guerra. El resto se destinaba a satisfacer las necesidades de los trabajadores
y su familia, así como para sostener a los no aptos para el trabajo.
a) El tributo que pagaban los nahuas al gobierno central
equivale actualmente al pago de impuestos y contribuciones para el
sostenimiento del gasto público, que se revierte al pueblo en servicios,
educación, seguridad pública, salubridad, etc...
b) La reserva de una parte de las cosechas en previsión de
ciertas eventualidades, tiene semejanza con el fondo de reserva que destinan
las cooperativas para afrontar pérdidas imprevistas (ver artículos 53º fracción
I, 54º, 55º, y 56º de la actual ley cooperativa). Pero lo más importante de la
previsión náhuatl radica en el gran sentido humano al prever la alimentación
del pueblo frente a las carencias por malas cosechas u otras eventualidades.
c) Al cuidar el pueblo náhuatl de la educación y
capacitación de los menores de edad para que desarrollaran sus facultades
naturales y las utilizaran en su
desempeño en la edad adulta, se cumple uno de los principales postulados del
sistema cooperativo actual: educar íntegramente al individuo, tarea que auxilia
al gobierno en la obligación de impartir la instrucción en todos los grados.
d) Al formular el consejo de ancianos náhuatl una
estadística de los habitantes de la comunidad, llevaba cuenta pormenorizada de
la recepción de productos, destino de los mismos y demás detalles inherentes a
la administración de la comunidad; o sea, la contabilidad y estadística de
la época actual.
e) El órgano de vigilancia lo constituían los encargados de
vigilar que todas las labores se
efectuasen de conformidad con las órdenes dadas para obtener la producción
prevista, tarea que desempeña en la actualidad el consejo de vigilancia de un
organismo cooperativo (ver artículo 46º de la actual ley cooperativa).
f) Se podría argüir que la organización socioeconómica
náhuatl carecía de prácticas democráticas para que los miembros de la comunidad
designaran sus propios dirigentes y administradores. Sin embargo, debe
considerarse que ellos se basaban en la selección entre los ancianos para encontrar a los experimentados, capaces y
honestos, independientemente de que el sistema de satisfacer las necesidades en
todos los órdenes de la vida no despertaba la inclinación hacia la riqueza
personal porque no tenían necesidades insatisfechas, ya que el régimen comunal
les garantizaba todo.
g) Debe señalarse que la práctica náhuatl de distribuir los
productos del trabajo en común, en proporción a las necesidades de cada
familia, se anticipó siglos, tal vez milenios, a una doctrina reciente del
siglo pasado (a la fecha ya antepasado) en que algunos filósofos y reformadores
sociales postularon el principio: “De cada uno según su capacidad y a cada uno
según su necesidad”.
